En los últimos años, la cirugía mínimamente invasiva ha revolucionado la neurocirugía pediátrica. Estas técnicas, que incluyen el uso de neuroendoscopios y herramientas guiadas por imágenes, permiten a los cirujanos realizar procedimientos complejos con incisiones más pequeñas y menos daño a los tejidos circundantes. Los beneficios incluyen una reducción significativa en el tiempo de recuperación, menor riesgo de infecciones y cicatrices, y una estancia hospitalaria más corta. Investigaciones recientes han demostrado la eficacia de estas técnicas en el tratamiento de condiciones como la hidrocefalia y los tumores cerebrales en niños, ofreciendo una alternativa menos traumática a la cirugía tradicional.